Sobre la Ratita

Fundadora de la Ratita Estudio

Mari Carmen

Soy Mari Carmen, artesana, pedagoga y mujer curiosa por naturaleza. Durante más de veinte años acompañé a personas desde la educación, la logopedia y la terapia sistémica. Hoy también lo hago, pero desde otro lenguaje: el de la pintura.

La Ratita Estudio nace de esa vocación doble: cuidar y crear. Empecé pintando por intuición, buscando un espacio propio, hasta descubrir que en los pigmentos también podía encontrar voz, calma y vínculo. Fui formándome con artistas y maestras a las que admiro, y poco a poco, el taller se fue llenando de piezas únicas, de historias, de encargos, con alma.

Trabajo con cerámica, textiles y papel. Pinto a mano cada objeto, uno a uno, con el mismo cuidado con el que acompañaba a mis alumnos y pacientes. Porque para mí, pintar no es solo decorar: es ofrecer algo bello, hecho con intención, que pueda durar y emocionar.

Así empezó La Ratita. El nombre de este proyecto es también un guiño a mis raíces: La Ratita era el apodo cariñoso que me puso mi abuelo. Hoy, esa niña que pintaba con lo que tuviera a mano sigue aquí, creando piezas únicas que nacen del cuidado y el color.

Pinturas a Mano

Pinto a mano cada objeto, uno a uno, con el mismo cuidado con el que acompañaba a mis alumnos y pacientes.

Ceramicas

Papel

Textiles

Pinto a mano cada objeto, uno a uno, con el mismo cuidado con el que acompañaba a mis alumnos y pacientes.

Una parte de mí

Conóceme

Mi licenciatura en Pedagogía me permitió enfocarme muy poco a poco en un objetivo profesional: el bienestar infantil.

Cuando era pequeña, pude disfrutar durante 6 años de mi abuelo Vicente, mi abuelo materno, que fue mi persona de apoyo, mi tranquilidad emocional. Pintaba conmigo los cuadernos infantiles, compartíamos su pasión por los aviones como controlador aéreo y en sus días libres me llevaba al aeropuerto a ver aterrizar y despegar las aeronaves.

Basándome en mis vivencias y con el paso del tiempo, deseé ser el adulto que pudiese ver a los niños desde sus emociones, sus dificultades y sus necesidades reales, para intentar generar color allí donde sólo se viesen sombras.

Con ello y supongo que en una necesidad inconsciente de devolver de alguna manera este bienestar que me fue dado, me he procurado una formación permanente en múltiples disciplinas que me permiten dar lo mejor de mi como terapeuta familiar y personal.

En circunstancias de pandemia, con la incertidumbre que nos envolvió a todos, nuevamente pensé que estaría bien poner color a esos días grises que nos iban a pasar por encima y cogí las acuarelas y comencé a dar uso a mis pinceles. Lo que empezó siendo un recurso, se fue convirtiendo poco a poco en un hobby y empecé a pensar en generar una marca de la que sentirme orgullosa, que me permitiera dar rienda suelta a mi creatividad dormida y silenciada y con ello plasmar mi agradecimiento al abuelo tan amado, el que pintaba conmigo y al que tanto hecho de menos.